miércoles, 15 de diciembre de 2010

COPIAR Y PEGAR II


AL REGRESO DE LAS TORMENTAS
 
 
No estoy seguro de cómo ni cuando comencé a dudar de la lealtad de ella, ni siquiera que existiera algún motivo o señal para desencadenar el estado de sospecha en el que mi cerebro se precipitó. Lo cierto es que cada mañana me interrogaba inquieto sobre los cambios que creía detectar. Recuerdo que en alguna ocasión fingí viajes o alejamientos para presentarme de improviso y con sigilo. Incluso invité a mi casa a gente de mi confianza con la esperanza de encontrar en sus miradas o en sus gestos detalles que corroboraran mis dudas.
Han sido años y años de fidelidad consciente y compartida, más por su parte que por la mía, que veces la he desatendido por andar enredado en otros menesteres, que siempre encontré justificados y enriquecedores para los dos.
Poniéndome en lo peor, es decir en la ruptura inevitable, debo reconocer que siempre me acompañó y me ayudó en los momentos más difíciles de mi vida, que no han sido para despreciar, y que su disponibilidad, su respeto y su honestidad cuando dialogábamos abiertamente mis dudas, me han salvado de catástrofes cantadas.
No quiero extenderme en explicaciones y detalles de este viaje tormentoso de la locura por el que transité.
Hoy que las aguas han vuelto a su cauce, al regreso de la tormenta; quiero hacer pública mi reconciliación y pedir perdón si causé algún daño.
La pintura y yo nos hemos vuelto a encontrar, señora.
jlf

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