miércoles, 10 de noviembre de 2010

entretenimiento

en la vida casi monjil y ascética en la que estoy asentada desde hace una temporada apenas hay lugar a los sobresaltos. mis compañeros, sin embargo, intentaron ayer sorprenderme con la polémica del día. y aunque lo que comentaron tampoco produjo reacción por mi parte, como buena secundaria, después empecé a darle vueltas. pero sobre todo al hecho en sí mismo.
me explico.
¿cómo es posible que genere tanto titular algo que sólo debiera afectar a un colectivo del que la mayoría presumimos NO formar parte? es verdad que podrían haberse añadido 3 miserables palabras en un discurso lleno de interpretaciones y haberse ahorrado discusión. por otro lado ese punto de vista no es nuevo, sigue existiendo e incluso en generaciones tan nuevas y libre de preocupaciones como la mía.
yo, personalmente, estoy tan en contra de tantas cosas de la Iglesia que ya su opinión o lo que pueda decir le merece la misma importancia, o mejor dicho atención, que lo pueda decir cualquier personaje de la farándula, político, o gente de a pie sin juicio crítico. es decir, NINGUNA.

entiendo por otro lado que llevamos tiempo sin novedades y ya todos estamos cansados de La Crisis, las victorias deportivas y lo sostenible.
maría

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