domingo, 6 de febrero de 2011

SAN BORONDON

 No recordaba haber comido flores de loto, que según dicen, provocan el olvido, sin embargo extravía con frecuencia los papeles donde escribe sus memorias.
                             La habitación que usa es pequeña y sombría pero él la encuentra protectora y suficiente.
                             Su avanzada edad y la soledad donde se ha instalado, le permiten aceptar el tiempo sin remordimientos. Con frecuencia, pasa días sin salir a la calle, entretenido con las palabras, su juego preferido. Las ordena con primor; a las amables les concede los primeros puestos en el cuaderno azul; las que llama atormentadas, que suelen ser esdrújulas, las agrupa en una pequeña libreta de tapas negras que le regaló su amigo el coronel, un hombre enjuto y desocupado que le visita los viernes y al que lee sin pudor sus recuerdos. J L F

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